La reserva espiritual de occidente
Aquellos años no
tan lejanos,
a caballo
entre la tan bisoña
y
esperanzadora como agonizante
y fenecida 2ª.
República y el incipiente
alzamiento
de los rebeldes,
se tornaron
excesivamente difíciles.
Después,
toda aquella sediciosa y funérea
gavilla de sangrientos
personajes,
tras tres
años de desolación y
muerte; de
mugre, hambre y miseria,
al mando
del melifluo general gallego,
darían paso
cautivo
y desarmado
el
ejército rojo y habiendo
alcanzado
las tropas nacionales
sus
últimos objetivos
a una de
las dictaduras
más ásperas y luctuosas
más ásperas y luctuosas
de toda la dilatada,
afligida e
irredenta historia
de la
humanidad.
Fueron
fechas decisivas en las
tristes
páginas de la gran leyenda
y agitada
historia de un país, al cual
aquél
individuo había denominado
unidaddedestino
en lo
universal,
en el que
llegado como llegó
el caso, les
fue necesario
defenderlo no
ya
joseantonianamente:
con la acre
y humosa
dialéctica
de las
pistolas;
sino que
impusieron al pueblo
demócrata
la filípica,
terrible y sangrienta,
terrible y sangrienta,
de
los máuser, obuses,
granadas de
mano, morteros
y otras
exquisiteces de importación.
A pesar de
la victoria aplastante
del gran
jefe faccioso, el régimen
impuesto
por él, con la valiosa
ayuda italo
germana,
éste siempre se
encontrará
recalcitrantemente
acosado por
peligrosos y disolventes
contubernios judeomasónicos.
Ahora bien,
este nuevo destino
no fue
óbice para que la arrasada
nación
resultante fuera rebautizada,
con la
importante y decisiva
ayuda del
clero, como
LA RESERVA ESPIRITUAL DE OCCIDENTE
(denominación
que pongo en mayúsculas
y negrita
en semejanza de engarabitados
hilajos
negros de sotana vieja
y muy
raída, únicamente para
diferenciarlo
en el texto).
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