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lunes, 23 de marzo de 2020

La inquieta madurez del yóquey


La inquieta madurez del yóquey




Sigues siendo muy soñador,
aunque estás convencido de que no tienes
la suficiente capacidad de abstracción
para canalizar de forma idónea
tus perpetuas inquietudes;

ya que siempre te encuentras ocupado
–opino que casi absorto–,
casi al borde del colapso nervioso,
en cuestiones didácticas
o propendes a ellas.

De cuando en cuando comprabas
algún que otro libro;
aun escribías compulsivamente
y en secreto.

No tuviste la ocasión propicia
para retomar tus estudios
y acaso haber intentado, al menos,
el paso por una facultad.

Ahora, en el umbral de la cincuentena,
te encuentras realizando el curso de acceso
a la universidad para mayores de veinticinco años:
“El que de joven no trota, de mayor galopa”,
me conferías que te manifestaba,
a veces, circunspecto, tu pobre padre,
cuyas cenizas aventaste compungido
y hierático, tragándote las lágrimas,
que se negaban a fluir,
sobre una de las tierras paniegas
del municipio que os vio nacer.

Pero lo ves tan complicado,
aun dedicándole tiempo suficiente
a las diferentes materias,
que dudas mucho de superarlo;
ante tal quimera, te consuelas pensando
que en las grandes empresas el mérito
también consiste en intentarlo.

Ahora, al teclear e intentar concluir
con torpeza estos apretados ¿versos libres?,
pienso en los incontables jóvenes que ni siquiera
logran terminar el bachillerato.

¿Por qué será?;
¿qué es lo que falla?




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