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jueves, 12 de marzo de 2020

El "chief engineer" del gasero

El chief engineer del gasero


El joven e inquieto mecánico debió de haber descendido de inmediato, no bien desatracaron del muelle del Pireo, a su puesto de trabajo en el taller de la sala de máquinas, que ahora se mostraba más limpia y ordenada después de todo el trajín de las reparaciones, donde, antes de trepar a la soleada cubierta, él había estado muy afanado elaborando unas piezas con mucha precisión en el torno made in URSS, robusta máquina herramienta. Se trataba, ni más ni menos, que de un juego de casquillos de bronce para una de las bombas centrífugas que tenía numeradas, etiquetadas y apoyadas de forma ordenada contra un mamparo. Todas ellas permanecían a la espera de su turno, por riguroso orden de prioridad, en el proceso de reparación, tras su chequeo previo y exhaustivo. En este caso le tocaba a una de las impulsoras del fluido de agua dulce ya fría, proveniente del intercambiador agua salada-agua dulce del circuito cerrado de refrigeración del motor principal. Una de las muchas bombas que rehabilitó tras comprobar el avanzado estado de deterioro de los cojinetes citados; algunas de ellas no tenían prácticamente apoyos de metal blando en los muñones del rotor: desgaste que denotaba con claridad su considerable uso.
El mecánico se encontraba a gusto, inmerso en aquellos días azules primorosos, a pesar de la dura, pringosa y abundante faena, contingencias habituales de la profesión; pero más molestas aún al estar sumadas a la presencia, pegajosa y continua, del mayor energúmeno tocacojones que Tomás conoció: el dios de dioses palentino Jonás Población, chief engineer[1], que siempre se mostraba con un carácter irritable, insatisfecho y amargado. Aun así, Tomás intentaba conservar la calma, no sin cierta relajación y alguna comodidad, muy satisfecho con los resultados de su trabajo meticuloso en el taller, pequeño y ordenado: su particular reino de 14 metros cuadrados.
El equipo de máquinas ya había culminado, con éxito, pero con la imprescindible colaboración de una empresa local de ajuste y trabajos mecánicos navales, especialista en grandes motores marinos, la inspección completa y reparación posterior del más querido y odiado amigo de Tomás: el propulsor germano MAN ZK de 8 cilindros y 9.600 BHP. Este coloso robusto e infatigable funcionaba a simple efecto en el ciclo de dos tiempos. Se trataba de un artefacto monumental y preciso dotado de sobrealimentación y barrido de retorno, diseñado para durar, incluso usando combustibles de muy bajo índice de cetano. Tomás llegó a pensar que dicha mole podía funcionar hasta con el aceite sobrante de la cocina de a bordo. Es más, aquella alegría fue complementada por el total reacondicionado, posterior montaje y puesta a punto de dos de los tres motores auxiliares helvéticos SULZER. O, lo que es lo mismo, unas máquinas tan acreditadas como precisas, excelentemente acopladas a los perseverantes generadores alemanes SIEMENS de corriente alterna que, a su vez, surtían generoso fluido de amperios a la red eléctrica del buque.
Después del ajuste y montaje de los dos SULZER, no bien actuó el maquinista de turno sobre las válvulas de arranque e inyectó el aire comprimido necesario para su puesta en marcha, los auxiliares respondieron al instante con un traqueteo metálico, seco y continuo, hasta que alcanzaron el régimen normal de rodaje. De inmediato, tanto los operarios de la empresa griega como el personal de máquinas, comprobaron la calidad de los trabajos efectuados, a plena satisfacción; y todos sus artífices contemplaron risueños el redondeo perfecto del volante, absortos ante el peculiar sonido de estos magníficos motores de cuatro tiempos y seis cilindros, que giraban alegres, con absoluta regularidad, al estar muy bien sincronizados...

Sin embargo, Tomás prefirió quedarse al sol gozando de una panorámica espléndida; la aparición fugaz del joven mecánico en cubierta se convertirá sin más en una estancia dilatada, de manera especial al sentirse influido y acariciado por la perspectiva benigna de la tarde mediterránea; ahora, cada vez más solaz con el paso rutinario de las horas. Así que el mecánico permaneció en popa junto a varios compañeros de tripulación: marineros, engrasador, electricista, radio, contramaestre, bombero... Haraganeando todos, semitumbados sobre los cabos gruesos de filástica que se hallaban perfectamente adujados junto a los molinetes de los cabrestantes. Todos trasegaban buena cerveza checa, con permiso de los daneses, posiblemente la mejor del mundo. El nuevo mecánico escuchaba con interés ávido decenas de anécdotas del más puro sabor marinero, que eran narradas en el transcurso de la espléndida tarde costera por estos argonautas baqueteados y cincuentones, y que fueron vividas por ellos cuando estuvieron enrolados en diversos tipos de buques pertenecientes a las navieras y consignatarias más importantes del globo. Los disertantes de turno hacían hincapié tanto en los avatares genuinos como en los múltiples gajes del oficio que, indefectibles, les fueron surgiendo a lo largo de decenas de campañas: recalando en los puertos más recónditos de todos los continentes, singlando constantemente desde Tampa a Yokohama, de Vancouver a Puerto Limón; de Valparaíso al Mar del Plata, por el Cabo de Hornos, en busca de Montevideo y Buenos Aires, con sus imponentes churrascos, tangos y tanguistas; del infierno del Caribe de nuevo rumbo a la olla a presión del Pérsico; de Colón a Panamá, sorteando las esclusas de Gatún, Pedro Miguel y Miraflores, remolcados, a veces, por sendas locomotoras a babor y estribor, singlando desde el Mar de las Antillas a la bahía homónima del canal. De Ciudad del Cabo a Durban, recalando en todas las urbes populosas que florecieron a lo largo de las costas de esa rica nación, en donde la raza blanca propició el vergonzoso apartheid sudafricano desde la época de los boers, y que, por aquellas fechas de los años ochenta, todavía seguía mostrando toda su crudeza inhumana con la etnia negra: la más humillada y explotada a lo largo de la triste historia de este planeta.


[1] Jefe de máquinas.

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