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viernes, 6 de marzo de 2020

Dogmas: sangre, sudor y muchas lágrimas

Dogmas: sangre, sudor y muchas lágrimas

En estos vertiginosos tiempos, viendo el estado del inmundo mundo actual, me atrevería a decir que la filosofía es la entelequia más grande e ininteligible de toda la triste historia de la humanidad. 
Que no sé para qué nos ha servido tanto: Discurso del método, Crítica de la razón pura, etcétera. Que, a pesar de tantas irrealidades metafísicas, tan farragosas e inútiles como incomprensibles para la mayoría: sabemos muy poco acerca del universo; quiere o intenta solucionarnos el pasado e incluso el futuro, pero nada nos dice acerca del presente, testigo de tantas convulsiones en todas las disciplinas y órdenes humanos, puramente teóricos.
 Que, hoy, la gran tarea de los filósofos –o mejor, sofistas–: es hacer que los diferentes gobiernos de todas las naciones se den cuenta y reconozcan de una vez para siempre las grandes atrocidades que se siguen cometiendo impunemente, tanto contra el mismo género humano como las que se infligen de forma pertinaz a los ya demasiado castigados ecosistemas de este precioso planeta telúrico. 
Que, no obstante, sentirse filósofo debe de ser una sensación de omnisciente magnificencia cerebral, lo verdaderamente difícil (acaso sea imposible) es transmitir a los demás ese presunto estado de esplendidez intelectual para lograr entre todos un mundo más civilizado.

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