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domingo, 23 de octubre de 2022

Metafísica cotidiana


 Metafísica cotidiana

 

En uno de nuestros paseos, Tomás se me reveló como un devorador infatigable de libros, cuestión interesante que pude cotejar. De forma que, en aquellos periplos, percibí claramente las grandes inquietudes y conocimientos que posee, al hablarme con soltura sobrada sobre la gaya ciencia. Asimismo, me comentó que había comprado un ordenador, para dar comienzo a una tarea novedosa y ardua. Primero, me dice, que tratará de dominar dicho equipo y después, más difícil todavía, como la cabra Manolita debajo de la escalera, intentar escribir algo sencillo. En dicha ocasión me anticipó que su gran hándicap radicaba en una presunta falta de talento, a lo que había que sumar el gran escepticismo y visión negativa del mundo inmundo en que vivimos. Tengo para mí que ese estado anímico es pura, si bien, triste realidad, ante el panorama socio-político-económico actual (nefasto: con sus pandemias devastadoras y sanguinarios conflictos bélicos), mas contemplado con fina objetividad, tanto desde el lado de la humanidad, beligerante y destructiva, soberbiamente representada por las grandes potencias imperialistas, como desde el prisma de la estulticia aberrante protagonizada por la presente sociedad light de usar y tirar y su vana escala de valores. Estoy convencido de que en estos tiempos todas las democracias, desde la más antigua a la más moderna, no son más que capitalismos mal encubiertos al servicio exclusivo de sus intereses, que no son humanos, ni democráticos. A mayor abundamiento (como dicen los curas y procuradores), en las naciones que tienen la desgracia de ser monárquicas, los poderes económicos y grandes multinacionales ejecutan sus proyectos megalómanos con la total anuencia y pasividad de las histriónicas coronas, una vez que éstas han sido recompensadas por aquéllas de forma tan suntuaria como crematística. Estas instituciones, rancias y anacrónicas, de corte feudal aún (después de tanta mierda, tantas cabezas inocentes y tanta sangre derramadas por doquier) persisten a expensas de sus vasallos con total molicie y bufa impunidad, exigiéndoles derechos tan multimillonarios como vergonzosos.

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