Miserias de la filosofía
La filosofía, viendo el estado
de este inmundo mundo actual,
es la engañifa más grande e ininteligible
de toda la triste historia de la humanidad.
No sé para qué nos ha servido tanto:
Discurso del método,
Crítica de la razón pura...,
etcétera.
A pesar de tantas entelequias,
tan farragosas e inútiles como
incomprensibles para la mayoría:
sabemos muy poco acerca del universo;
quiere o intenta solucionarnos el pasado
e incluso el futuro, pero nada nos dice
acerca del presente, testigo de tantas
convulsiones en todas las disciplinas
y órdenes humanos, puramente teóricos.
Hoy la gran tarea de los
filósofos –o sofistas–: es hacer
que los diferentes gobiernos
de todas las naciones se den cuenta
y reconozcan de una vez para siempre
las grandes atrocidades que se siguen
cometiendo impunemente, tanto contra
el mismo género humano como las que
se infligen de forma pertinaz
a los ya demasiado castigados ecosistemas
de este precioso planeta telúrico.
No obstante, sentirse filósofo
debe de ser una sensación
de omnisciente magnificencia cerebral,
lo verdaderamente difícil
(acaso sea imposible)
es transmitir a los demás
ese presunto estado de
esplendidez intelectual para lograr
entre todos un mundo más civilizado.
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