Caterva de parásitos sociales apatrullando la villa
Niñatos yuppies bisnietos de indianos,
nietos de caciques y oligarcas
ex capitanes de empresa e hijos
de sus herederos, recién masterizados
en universidades USA;
estilizadas modelos que únicamente
viven del cuento de la moda;
zagalitas de treinta años en adelante que,
tras superar la estulta fase fina y segura,
ahora aladas tras la ingestión
de la pilule hacen el rodaje a velocidades
de vértigo en el sutil aprendizaje de la seducción;
poetas otoñales faltos de inspiración,
genuino trasunto de los escasos personajes
de ficción que, a trancas y barrancas,
lograron crear en sus buenos tiempos;
veteranas y bisoñas cocotas vestidas
con ropa de firma, husmeando con genuino
arte portañuelas y Visas de Oro;
neguríticos y neguríticas;
escritores que no escriben:
¿cómo iban a hacerlo si adolecen
de incontinencia verborreica?;
descendientes de aristócratas escleróticos
minero-metalúrgicos designados a dedo
por la monarquía bobónica, venidos a menos;
cínicos políticos apoltronados,
votados por el pueblo;
artistas de todo tipo de artes:
incluido el arte del sablazo y,
cómo no, de todo el variado
elenco de las artes marciales;
expertos gigolós para señoras
of high standing;
pintores que no pintan
absolutamente nada;
hosteleros homosexuales: pederastas
y sodomitas, con sobrenombres apocopados
de industriales autónomos;
atildados espontáneos con cabello engomado,
en busca de un buen braguetazo;
mezquinos y pedigüeños representantes
de cientos y cientos de presuntas
asociaciones filantrópicas;
orondos y libidinosos guisanderos de txoko[1]
empufados hasta las niñas de sus ojos,
que torpemente quieren competir con los
astros de la cocina mundial, pero como no
lo consiguen aprovechan al máximo en
estas reuniones el efímero tirón provinciano
hacia la gloria que les siguen brindando
las casposas cadenas de televisión
locales, autonómicas, y aun
estatales, para intentar ligar
intercambiando recetas afrodisíacas,
y, si les cuadra, elaborarlas esa misma
noche para jugar a cacharritos con sus
receptoras y de paso aumentar el
tamaño de los cuernos de sus sufridas
esposas: alguna de ellas principal motor
y artífice de sus negocios, ¡pobrecitas!;
turbios millonarios enriquecidos
tras oscuros contubernios y posteriores
enredos que degeneraron en espectaculares
chanchullos y geniales pelotazos,
muy hábiles especuladores, siempre
al filo de la ley;
eméritos doctores que no auscultan;
cirujanos que aún podrían operar,
empero no lo hacen porque les tiembla
el pulso tras la obstinada ingesta de
old scotch pure and single malt,
mas, para resarcirse, juegan
con fuerza en Bolsa;
jóvenes psicólogos de sí mismos
y maduros psiquiatras para el resto;
alegres viuditas, viudas, casadas, casaditas
y divorciadas millonarias con pechos de silicona,
caros implantes que les fueron efectuados
en clínicas de lujo sin cita previa ni listas
de espera, a medio millón por seno,
en busca de plan: no bien lo encuentran
se lo llevan a su chalet, se enfundan
la careta negra, botas de mosquetero,
se cruzan de correajes y después,
profusamente armadas de rebenques,
llenan de lujuria su tediosa soledad;
satisfechos burgueses pertenecientes
a la obra del señor;
editores que sólo publican panfletos
encomiásticos, apologías y panegíricos
vernáculos;
fatuos vividores de traje y corbata diarios
que acuden a estas reuniones al volante
de un rutilante Jaguar V-12 de cuarta mano,
con el depósito de combustible siempre en reserva;
desinhibidas burguesitas cuarentonas
de colegio de monjas, expertas en gramática
parda desde que se desprendieron con saña
del cruento cilicio, cuyas madres y abuelas
rezaban el rosario diario:
primero por radio y luego por teléfono,
tras del five o´clock tea;
lameculos con genio y maneras
de energúmeno acomplejado;
agresivos dentistas de gimnasio,
piscina, picadero, golf y pádel cotidiano;
almonedistas y anticuarios capaces
de venderte un mantón de Manila auténtico,
fabricado hace quince días en un zulo
de Matapozuelos por diez chinos a pan y agua,
con grilletes trabados en los tobillos y el
pasaporte secuestrado por sus fieros explotadores;
corporaciones de laureados cofrades;
legos picapleitos embaucadores
y docenas de leguleyos charlatanes;
ejecutivos de capa caída;
funcionarios defenestrados de sus
ministerios por causa de escabrosos
asuntos y trapicheos;
testaferros;
estafadores;
correveidiles;
satisfechos baseritarras de la boina
homenajeados por ayuntamientos
socialistas por lo mucho que
hicieron por sus pueblos...
¿qué hicieron, señores alcaldes y ediles?;
tenderos de fielato y estraperlo
con un alto nivel acomodaticio;
aldeanos trilingües y confidentes
del establishment;
esculturales dependientas y encargadas
de sofisticadas y muy caras boutiques
al lado de sus lascivos jefes,
los cuales ejercen derecho de pernada
sobre sus escuetas nóminas y,
estatuarios, pero sobados cuerpos
y pobres espíritus;
managers multimillonarios bochornosamente
enriquecidos a causa del mayor
sucedáneo deportivo:
lacranacionalopiodelpueblo: el balompié,
que constantemente escupen tacos y exabruptos;
otros de lo mismo, aunque investidos de tan
lánguido como arrogante deje porteño,
tratan de filosofar con el fútbol...
o viceversa, algunos de ellos no
se cortan en absoluto y espetan hidepu
a sus mentecatos jugadores;
administradores de la doctrina católica
que especulan vergonzosamente con la inhumana
fe, vana esperanza, y cicatera y falsa caridad;
jóvenes deportistas ídolos de masas
infantiles y, no tan infantiles, que acuden
desafiantes, pletóricos..., con impostado
mas suntuario desaliño en sus
indumentarias, barba de dos días...,
los cuales llegan a bordo de Cherokees
a estas reuniones: todo un proyecto
de hombrecitos prematuramente
seducidos por el becerro de oro...;
salvapatrias...;
y el resto de los numerosos e inequívocos
personajes y personajillos, en número
indeterminado, que no los pongo no sólo
por vergüenza propia, sino por no aburrir
más al paciente leedor. Pero, que, junto
a los que ya he citado, dan fe de vida y
representan a la perfección a los catárticos
iconos que pululan día y noche apatrullando
incansables por el asfalto, aceras, bulevares,
restaurantes, casas de masajes, saunas,
jakuzis, lujosos pisos de lenocinio, clubes,
garitos, timbas, espejos, zaguanes,
antesalas y salones de la tan más
provinciana y cerrada cuanto más
clasista, católica y liberal villa
que fundara don Diego en el año 1300.
[1] Asociaciones recreativas gastronómicas normalmente formadas y regentadas por hombres.
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