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martes, 11 de octubre de 2022

Caterva de parásitos sociales apatrullando la villa

  

 

Caterva de parásitos sociales apatrullando la villa

 

 

Niñatos yuppies bisnietos de indianos,

nietos de caciques y oligarcas

ex capitanes de empresa e hijos

de sus herederos, recién masterizados

en universidades USA;

 

estilizadas modelos que únicamente

viven del cuento de la moda;

 

zagalitas de treinta años en adelante que,

tras superar la estulta fase fina y segura,

ahora aladas tras la ingestión

de la pilule hacen el rodaje a velocidades

de vértigo en el sutil aprendizaje de la seducción;

 

poetas otoñales faltos de inspiración,

genuino trasunto de los escasos personajes

de ficción que, a trancas y barrancas,

lograron crear en sus buenos tiempos;

 

veteranas y bisoñas cocotas vestidas

con ropa de firma, husmeando con genuino

arte portañuelas y Visas de Oro;

 

neguríticos y neguríticas;

 

escritores que no escriben:

¿cómo iban a hacerlo si adolecen

de incontinencia verborreica?;

 

descendientes de aristócratas escleróticos

minero-metalúrgicos designados a dedo

por la monarquía bobónica, venidos a menos;

 

cínicos políticos apoltronados,

votados por el pueblo;

 

artistas de todo tipo de artes:

incluido el arte del sablazo y,

cómo no, de todo el variado

elenco de las artes marciales;

 

expertos gigolós para señoras

of high standing;

 

pintores que no pintan

absolutamente nada;

 

hosteleros homosexuales: pederastas

y sodomitas, con sobrenombres apocopados

de industriales autónomos;

 

atildados espontáneos con cabello engomado,

en busca de un buen braguetazo;

 

mezquinos y pedigüeños representantes

de cientos y cientos de presuntas

asociaciones filantrópicas;

 

orondos y libidinosos guisanderos de txoko[1]

empufados hasta las niñas de sus ojos,

que torpemente quieren competir con los

astros de la cocina mundial, pero como no

lo consiguen aprovechan al máximo en

estas reuniones el efímero tirón provinciano

hacia la gloria que les siguen brindando

las casposas cadenas de televisión

locales, autonómicas, y aun

estatales, para intentar ligar

intercambiando recetas afrodisíacas,

y, si les cuadra, elaborarlas esa misma

noche para jugar a cacharritos con sus

receptoras y de paso aumentar el

tamaño de los cuernos de sus sufridas

esposas: alguna de ellas principal motor

y artífice de sus negocios, ¡pobrecitas!;

 

turbios millonarios enriquecidos

tras oscuros contubernios y posteriores

enredos que degeneraron en espectaculares

chanchullos y geniales pelotazos,

muy hábiles especuladores, siempre

al filo de la ley;

 

eméritos doctores que no auscultan;

 

cirujanos que aún podrían operar,

empero no lo hacen porque les tiembla

el pulso tras la obstinada ingesta de

old scotch pure and single malt,

mas, para resarcirse, juegan

con fuerza en Bolsa;

 

jóvenes psicólogos de sí mismos

y maduros psiquiatras para el resto;

 

alegres viuditas, viudas, casadas, casaditas

y divorciadas millonarias con pechos de silicona,

caros implantes que les fueron efectuados

en clínicas de lujo sin cita previa ni listas

de espera, a medio millón por seno,

en busca de plan: no bien lo encuentran

se lo llevan a su chalet, se enfundan

la careta negra, botas de mosquetero,

se cruzan de correajes y después,

profusamente armadas de rebenques,

llenan de lujuria su tediosa soledad;

 

satisfechos burgueses pertenecientes

a la obra del señor;

 

editores que sólo publican panfletos

encomiásticos, apologías y panegíricos

vernáculos;

 

fatuos vividores de traje y corbata diarios

que acuden a estas reuniones al volante

de un rutilante Jaguar V-12 de cuarta mano,

con el depósito de combustible siempre en reserva;

 

desinhibidas burguesitas cuarentonas

de colegio de monjas, expertas en gramática

parda desde que se desprendieron con saña

del cruento cilicio, cuyas madres y abuelas

rezaban el rosario diario:

primero por radio y luego por teléfono,

tras del five o´clock tea;

 

lameculos con genio y maneras

de energúmeno acomplejado;

 

agresivos dentistas de gimnasio,

piscina, picadero, golf y pádel cotidiano;

 

almonedistas y anticuarios capaces

de venderte un mantón de Manila auténtico,

fabricado hace quince días en un zulo

de Matapozuelos por diez chinos a pan y agua,

con grilletes trabados en los tobillos y el

pasaporte secuestrado por sus fieros explotadores;

 

corporaciones de laureados cofrades;

 

legos picapleitos embaucadores

y docenas de leguleyos charlatanes;

 

ejecutivos de capa caída;

 

funcionarios defenestrados de sus

ministerios por causa de escabrosos

asuntos y trapicheos;

 

testaferros;

 

estafadores;

 

correveidiles;

 

satisfechos baseritarras de la boina

homenajeados por ayuntamientos

socialistas por lo mucho que

hicieron por sus pueblos...

¿qué hicieron, señores alcaldes y ediles?;

 

tenderos de fielato y estraperlo

con un alto nivel acomodaticio;

 

aldeanos trilingües y confidentes

del establishment;

 

esculturales dependientas y encargadas

de sofisticadas y muy caras boutiques

al lado de sus lascivos jefes,

los cuales ejercen derecho de pernada

sobre sus escuetas nóminas y,

estatuarios, pero sobados cuerpos

y pobres espíritus;

 

managers multimillonarios bochornosamente

enriquecidos a causa del mayor

sucedáneo deportivo:

lacranacionalopiodelpueblo: el balompié,

que constantemente escupen tacos y exabruptos;

 

otros de lo mismo, aunque investidos de tan

lánguido como arrogante deje porteño,

tratan de filosofar con el fútbol...

o viceversa, algunos de ellos no

se cortan en absoluto y espetan hidepu

a sus mentecatos jugadores;

 

administradores de la doctrina católica

que especulan vergonzosamente con la inhumana

fe, vana esperanza, y cicatera y falsa caridad;

 

jóvenes deportistas ídolos de masas

infantiles y, no tan infantiles, que acuden

desafiantes, pletóricos..., con impostado

mas suntuario desaliño en sus

indumentarias, barba de dos días...,

los cuales llegan a bordo de Cherokees

a estas reuniones: todo un proyecto

de hombrecitos prematuramente

seducidos por el becerro de oro...;

 

salvapatrias...;

 

y el resto de los numerosos e inequívocos

personajes y personajillos, en número

indeterminado, que no los pongo no sólo

por vergüenza propia, sino por no aburrir

más al paciente leedor. Pero, que, junto

a los que ya he citado, dan fe de vida y

representan a la perfección a los catárticos

iconos que pululan día y noche apatrullando

incansables por el asfalto, aceras, bulevares,

restaurantes, casas de masajes, saunas,

jakuzis, lujosos pisos de lenocinio, clubes,

garitos, timbas, espejos, zaguanes,

antesalas y salones de la tan más

provinciana y cerrada cuanto más

clasista, católica y liberal villa

que fundara don Diego en el año 1300.



[1] Asociaciones recreativas gastronómicas normalmente formadas y regentadas por hombres.

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