Astucia e inteligencia

 Astucia e inteligencia

 

La España actual de las Autonomías únicamente ha generado pobreza, desigualdad y discriminación social; haciendo hincapié en si, obviando y admitiendo estas circunstancias negativas, se ha ganado un asomo en libertad (a pesar de la dudosa libertad de expresión, instalación de cámaras de vigilancia en cada esquina y el incesante “apatrullar” el asfalto de policías autonómicos y locales, siempre a bordo de sus autos, relucientes, asustando a los pacíficos viandantes con el ulular incesante y estruendoso de sus sirenas, semejando un estado de sitio) en una democracia fatua al servicio de la oligarquía, de la esperpéntica e inoperante corona y de las multinacionales: esta tesitura postrera aun resultaría positiva. Ahora bien, por otro lado, en otro tiempo, del mismo modo que se desmantelaba la industria en general, se talaban olivos, se desguazaban todo tipo de naves y pesqueros, sobre todo, para dar paso al “ladrillazo” o construcción desmesurada, de cara a consolidar un país dominado por el sector terciario: de servicios, una vez que los sectores primario y secundario perecieron con “premeditación y alevosía”; asimismo aumentaba de forma tan arbitraria como galopante el número de funcionarios en cada una de las citadas autonomías, y la cola del paro serpenteaba escandalosa e imparable, al mismo tiempo que toda esta pléyade de sirvientes advenedizos hacía gala tanto de su “astucia e inteligencia” para superar la oportuna oposición de cara a asegurar su futuro “laboral” entrando de inmediato en esta multitudinaria caterva autonómico-estatal, como de su lograda y oronda situación: con una nómina asegurada hasta su jubilación, eso sí, pero pagada con dinero público.