El sortilegio de los pedicuros
Con el transcurso del tiempo, y, acaso sólo pensando en las quimeras de ¿progreso?, fuimos perdiendo la mayoría de los sortilegios de nuestra niñez y adolescencia. Actualmente nos hemos vuelto muy enclenques: somos harto delicados y melindrosos y, al paso que caminamos, todos concluiremos ejerciendo de pedicuros o portando levita, lo mismo que los porteros de hotel.
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